San Evaristo (En ruta): Atravesando propiedad privada
Septiembre 26, 2014 ($185 mxn)
Mision Dolores (140km)
No soy alguien que acostumbra ir a la iglesia con regularidad, sin embargo en alguna ocasión hice caso omiso a un letrero de “propiedad privada” e igualmente entre. Unos 85 kilómetros al sur de Ciudad Constitución, en el letrero de “El Ciento Veintiocho” de la carretera principal de Baja California, giramos hacia el Este, hacia el Mar de Cortez, con el objetivo de llegar a San Evaristo, una pequeña aldea que prometía excelente pesca.
Recuerdo la escena adentrándonos hacia el Este como una con cielos grises y obscuros, con grandes y densas nubes en la dirección que nos dirigíamos. El paisaje tenía arbustos verdes de desierto, algunas montañas pequeñas y solitarias por aquí y por allá, y el camino era principalmente de tierra, con algunas cortas secciones de pavimento. El pavimento estaba quebrado en pequeño cachos, como si años atrás hubiesen simplemente vertido el pavimento sin antes preparar el suelo.
Las fuertes lluvias en días anteriores habían alimentado a riachuelos que se cruzaban en el camino y había que atravesarlos con las motocicletas. El clima aun no terminaba con la lluvia; comenzó una ligera llovizna y de a poco se incrementó a una lluvia formal. Afortunadamente, lograba ver un edificio en la distancia donde podríamos buscar refugio mientras pasaba el aguacero. “Propiedad privada” leía el letrero del portón que vigilaba la entrada al territorio que tenía varias edificaciones, una de ellas se asemejaba mucho a la arquitectura que vimos en la Misión de Loreto.
Sin pensarlo mucho, dejamos las motocicletas en la entrada y, en contra de la voluntad del letrero, saltamos por encima del portón. Después de unos minutos caminando, tuvimos que balancearnos sobre unas rocas para cruzar un pequeño río que atravesaba la propiedad. Caminamos cerca de 10 minutos más para llegar a donde se encontraba la conglomeración de edificaciones. La Misión estaba cerrada bajo llave, pero el edificio más grande parecía ser una casa con un enorme patio techado, donde nos refugiamos de la incesante lluvia. Unos momentos después el jardinero del lugar nos encontró. Contrario a como sería la situación de tres desconocidos adentrándose a propiedad privada en cualquier otro lugar, aquí, el jardinero amablemente nos dio la bienvenida y dijo que podíamos quedarnos cuanto tiempo fuera necesario. El jardinero explico que el dueño de esas tierras no es de por aquí y rara vez llega a visitar. La propiedad generalmente se utiliza para eventos sociales, como bodas. Habiendo estado ahí y visto el tamaño y belleza del lugar, rodeado y asilado por tanta naturaleza, los eventos sociales que se dan en esta propiedad deben ser de los más memorables, pero llegar hasta allí requiere de vehículos con capacidad todo terreno y no se encuentra cerca de una ciudad grande. Supongo que no sería del gusto de todos.
Cuando la lluvia cesó, le dimos las gracias al jardinero y comenzamos a caminar de vuelta a las motocicletas. Llegamos al pequeño río, donde antes habíamos pasado por encima de unas rocas para cruzarlo, y ahora, aquel pequeño río ¡se había convertido en un río de 30-40 metros de ancho y una fuerte corriente! Inicialmente quede impresionado por la cantidad que el río creció en cuestión de una o dos horas de lluvia. Adicionalmente, me preguntaba cómo se suponía que llegaríamos a las motocicletas ahora; la corriente del río no se reduciría pronto.
Buscamos alrededor, entre las rocas que se extendían por encima de la superficie del agua, por una forma de brincar de roca en roca para llegar al otro lado. Los saltos estaban muy lejos uno de otro, y la corriente era muy fuerte. Con solo un par de horas antes de la puesta del sol, nos separamos y caminamos río abajo esperando encontrar un sitio donde el río fuera lo suficientemente angosto, la corriente fuera lenta, o hubiese rocas para saltar hacia el otro lado. Justo antes del atardecer, ya con la luz tenue, vi a un vagabundo desnudo del otro lado del río. Su cabello estaba fuera de control y su barba desaliñada. El vagabundo movía sus brazos de un lado a otro como queriendo decirme algo, pero no lograba entenderle. Tom estaba cerca de mi e intente decirle acerca del vagabundo desnudo moviendo sus brazos al otro lado del río, pero Tom me actualizó y dijo que aquel vagabundo era Dominic quien se había desnudado hasta su ropa interior y nadado al otro lado del río!
Dominic encontró una sección del río donde la corriente no era tan fuerte y nos permitiría nadar de un lado a otro. Después caminó a las motocicletas y regreso acompañado de unas aletas que utilizamos cuando pescamos y una de las alforjas Wolfman a prueba de agua. Tomamos turnos para colocar nuestras pertenencias en la alforja para mantenerlas secas y nadar hasta el otro lado del río. Al no ser un buen nadador quede a la deriva de la corriente y tuve que tomar un descanso, sujetando fuertemente una roca en medio del río.
Frecuentemente utilizo la palabra “aventura” cuando me refiero a partes de este viaje. Ahora, en el aspecto subjetivo, la palabra tendrá muchos significados, según a quien se le pregunte. Aun en el punto de vista objetivo de la misma, uno puede encontrar diferencias, pero en su mayoría, las definiciones encontradas tienen una variedad de frases como experiencia emocionante o riesgos desconocidos. Una vez dicho eso, creo que es seguro decir que este día conduciendo motocicletas por caminos de tierra, entrando a propiedad privada en busca de refugio, y nadando de un lado a otro del río definitivamente califica como una aventura.
Video de la Aventura: