Eslovenia-Croacia-Serbia: Un puñado de Balcanes
Creí que mis habilidades para el italiano eran medio buenas, entonces ¿por que no podía entender algunos de estos señalamientos en la carretera? Los nombres de algunos de estos pueblos también son muy diferente a lo que había visto en Italia hasta ahora. Después de salir de Venecia y dirigirme al este, sin saberlo, entre al pequeño país de Eslovenia, y solo me di cuenta de esto cuando el señor de la estación de gasolina me lo dijo. Bien, y ¿ahora que? No se absolutamente nada acerca de Eslovenia, tan solo que estaba en mi camino hacia Zagreb, Croacia.
Entrar a Eslovenia fue el principio de una nueva etapa en esta travesía por Europa. Todo lo que había visitado hasta esta instancia, países como Irlanda, Francia, España, Portugal, e Italia, son tan populares que sentía conocer un poco acerca de ellos incluso antes de visitar. Sin embargo, para Eslovenia, y todo lo que viene después, no conocía ni un detalle. Eslovenia marco esta línea imaginaria distinguiendo los lugares mas buscados y frecuentados al oeste y aquellos mas aventurados al este. Pensar en esto me emocionaba.
Estaba gratamente sorprendido por los paisajes montañosos de Eslovenia y las carreteras en buen estado para el motociclismo. En la capital, Ljubljana, las calles eran mas anchas que en otras ciudades europeas que había visitado y había suficiente espacio para el flujo de trafico sin contratiempos. Sospecho que esta es la razón por la que no hay cientos de motocicletas como hormigas por las calles como sucede en lugares como Roma y Barcelona.
Mientras caminaba por el centro de la ciudad, junto al rio Ljubljanica, a través de plazas y por el frente de iglesias, percibí un ambiente relajante. Nadie parecía llevar prisa, ni había ruidos molestos o agobiantes, de hecho, el sonido del rio era agradable. Cuando note que la ciudad no estaba repleta de turistas al grado que caminar se vuelve difícil, literalmente comencé a reír; ¡era perfecto! Ljubljana tenia justo la cantidad ideal per visitantes para ser intrigante y no una ciudad abrumadora. Es un sitio lleno de color y calma para dar una caminata ¡y comer pastel de crema!
Entre y salí de Eslovenia a través de montañas, fue genial, y tendré que volver para visitar el Lago Bled, que suena y se ve increíble. Sin embargo, por ahora, se le aplico el sello de salida de la zona Schengen a mi pasaporte y ahora estaba en Croacia.
Una de las maneras en que ocasionalmente puedo entablar conversación acerca de lugares que no conozco es por medio del futbol. Normalmente, si el lugar en cuestión tiene equipo de futbol, he escuchado acerca de el. Patético, lo se. Tal fue el caso con Croacia, sabia de algunos equipos y nombres de unos cuantos jugadores, y el nombre de la capital, pero no sabia nada mas.
Llegue a Zagreb, la capital del país, donde terminaría por hospedarme mas de una semana y aprendería como navegar el centro de la ciudad, donde comer, cuales parques me gustaban para leer un libro, y cuales para tomar una siesta. Logre descubrir miradores de la ciudad e incluso sentí que ya no estaba en un viaje de 6 meses, si no que, tal vez, vivía en Zagreb. Hasta que alguien me hablaba en Croata, claro pero, como en Eslovenia, la mayoría aquí habla Ingles.
Durante mi estancia en Zagreb, hice el viaje de un día al Parque Nacional Lagos de Plitvice, cerca de 2 horas al suroeste de la capital. Esta serie de lagos, grandes y azulados, eran el sitio de agua casi perfecto para visitar.
Es imperativo llegar temprano, antes que las multitudes, y disfrutar cuanto mas sea posible de los caminos angostos de madera que rodean los lagos, inmiscuidos en vasta naturaleza verde, y las grandiosas vistas a diestra y siniestra mientras cruzas el lago Kozjak en el ferry. Plitvice es, sin duda, un increíble lugar que visitar, especialmente si el numero de cascadas en tu lista es muy corto. Una forma en que podría ser mejor es si nadar en los lagos fuese permitido; es casi cruel estar en un lugar tan mágico y no poder disfrutarlo al máximo. Es muy tentador tropezar con un árbol y caer al agua.
Gracias a Dooby y el personal de Lobagola B&B, solucionamos un problema mas de motocicleta y logre salir de Zagreb. Era una sensación agridulce dejar esta ciudad, me había acostumbrado a ella, tenia mucho carisma y extrañaría mas beber una cerveza o vino sentado en una banca mecedora en la colina del parque de arte mirando la ciudad.
Con el inicio de la Copa del Mundo a la vuelta de la esquina, tome la decisión de trazar una ruta mas directa de Zagreb a Moscú, con cierta flexibilidad, claro, pero definitivamente tendría que dejar muchos lugares para otra ocasión, como la costa de Croacia y algunos países Balcanes, como Bosnia y Herzegovina, Montenegro, y Albania.
Mi siguiente parada era Belgrado, Serbia, y por alguna razón que aun no entiendo, estaba pensativo. En mi mente, Serbia era sinónimo de inseguridad. Así como puede ser o no ser cierto, este era un prejuicio injusto de mi parte ya que carecía fundamentos objetivos. Esto es una de las particularidades por las cuales disfruto viajar, descubrir por cuenta propia la vibra, la atmosfera, y esencia de un sitio especifico, en lugar de permitir que un juicio dudoso dicte que hacer o a donde ir.
El camino de Zagreb a Belgrado fue intrascendente, un camino recto y plano. Mi primer preocupación era con aduanas de Serbia, pero después de sellar mi pasaporte me señalaron que continuara sin problema alguno. Después de navegar por caminos con reparaciones de baja calidad y en mal estado, estaba arribando a Belgrado, la capital Serbia, y aunque nada resalto como atractivo inicialmente, decidí ver de largo el trafico de ciudad grande y me hospede una noche. El hecho de que ya era tarde, y no alcanzaría a llegar a otro sitio antes del anochecer también tuvo que ver en esa decisión.
No recuerdo el numero de lugares que he visitado que inicialmente no parecían ser de mi agrado, pero después de explorar un poco, terminaron por ser una experiencia con merito. Tal fue el caso de Belgrado y su centro histórico. Camine y cene en un de los tantos restaurantes disponibles en el andador Skadarska y después me apure a la antigua fortaleza de Belgrado a tiempo para ver el atardecer sobre el entronque entre el Sava y el Danubio. Esta ciudad, cálida y húmeda, era inesperadamente agradable.
Sentado en una pared derruida de esta fortaleza vieja, contemplo la idea de cuanto he disfrutado de estos países que desconocía completamente. Entre a ciegas, esperando lo mejor, y no me han decepcionado en lo mas mínimo.